Caballo de gran valor perteneciente a Galván. El nombre de este animal tiene significativas raíces etimológicas. En los textos aparece a veces como adjetivo y a veces como nombre. Según Loomis (Arth. Trad., pp. 156-9), la forma Gringalet sería una deformación de Guingalet. A partir de aquí se puede establecer una relación con el galés «guin-calet», que, según algunos autores, significaría «robusto y atrevido», y según otros, entre ellos Tolkien y el propio Loomis, tendría el sentido de «blanco y atrevido». Una de las razones que respaldan la teoría de Gringalet como caballo blanco es el hecho de que sus orejas son rojas, según nos informa en textos como Parzival, de Wolfram von Eschenbach. La comparación de Gringalet con otros caballos que aparecen en diferentes obras (p.e. en el Lai de l’Espine o en Wigalois), caballos que reúnen las dos características, el color blanco en su cuerpo y el rojo en sus orejas, lleva a Loomis a considerar a Gringalet como una representación del tipo de caballo blanco sobrenatural de la tradición céltica. Esta opinión se basa también en las coincidencias relativas a la forma de conseguirlo por parte del héroe en los distintos textos: ganándolo en un combate o recibiéndolo como regalo de una dama. Existen tres historias diferentes acerca de cómo obtuvo Galván al preciado Gringalet. Según la Continuación de Merlin (Vulgata), el gigante Clarión, rey de los Sajones, fue el poseedor inicial del caballo y Galván se lo arrebató tras vencerle en un combate. Escanor nos cuenta cómo el hada Esclarmonde, perdidamente enamorada de Escanor el Hermoso, le hace don del valioso animal. Más tarde, el tío de Escanor el Hermoso, llamado Escanor el Grande, lo monta en un combate contra Galván, quien, tras derrotar a su contrincante, se queda con Gringalet. Pero éste, lejos de su primer amo, se niega a comer, hasta que la doncella Felinete descubre que está sometido a un encantamiento y consigue que recupere el apetito retirándole una bolsa de polvos mágicos que llevaba Gringalet en una oreja. El motivo del hada que regala un caballo a su favorito nos permitiría establecer un paralelismo entre Esclarmonde y Morgana, que, tal como relata Benoit de Saint Maure, regaló también un caballo mágico, Galatea, a Héctor de Troya. La tercera de las versiones la encontramos en Parzival, de Wolfran von Eschenbach, donde Gringalet es entregado a Galván por Orilus, marido de la Dama de la Tienda. En esta misma obra se dice que Gringalet había venido de Montsalvatsch, el Castillo del Grial. Entre los sucesos más destacados que le acontecen, tenemos, por ejemplo, que en Erec et Enide, Keu lo coge sin permiso, para gastar una broma, y se va a cabalgar con él. Se encuentra con Erec, al que no reconoce, que va errante, acompañado de Enide; intenta forzarlos a que acudan a la corte de Arturo, que se halla acampada cerca. Erec se niega y Keu entabla combate con él, pero es derribado y a punto está de perder a Gringalet, porque Erec lo toma con intención de llevárselo. Sólo la súplica de Keu, que le dice que el animal pertenece, en realidad, a Galván, hace que Erec se avenga a devolverlo. En Perceval, Gringalet pierde una herradura en la persecución de unas ciervas blancas. Al notar la cojera del caballo, Galván y su escudero Yonet deciden ir a buscar un herrero. La fortuna querrá que lleguen precisamente a Escavalón, donde los villanos atacarán a Galván. Más tarde, para vengar una afrenta que le hizo el sobrino de Arturo, un caballero llamado Greoreas consigue robar a Gringalet mediante una treta: se finge herido y pide a Galván que consiga para él el rocín de un escudero que por allí acierta a pasar. Mientras Galván está entretenido en ello, Greoreas salta sobre Gringalet y se lo lleva, por lo que Galván se verá obligado a cabalgar en el rocín, hasta que consiga recuperar su caballo. En Atre Perilleux, Galván pierde también a Gringalet, lo cual tiene mucha importancia desde el punto de vista de la estructura del relato. La pérdida del caballo y su recuperación es la segunda aventura de las tres que se construyen en la novela y a partir de las cuales la narración adopta la forma de una «búsqueda» de tres objetos diferentes: la doncella, el caballo y el nombre (cf. V. Cirlot, El Cementerio Peligroso, Prólogo de la edición, Madrid, 1984, pp. XV-XXII). En definitiva, la figura de Gringalet aparece vinculada a la de Galván en gran parte de los sucesos que acontecen al sobrino de Arturo. Es el mejor caballo, famoso por su hermosura, su extraordinaria fuerza y su resistencia, para el mejor caballero.