Isla paradisíaca en la que los campos dan grano, y los árboles, frutas, sin necesidad de cuidados. Es el reino de Guingamor de Bangon y dominios de Morgana. Allí viven Lanval y su hada. Arturo es llevado allí tras la batalla final contra Mordret para que Morgana —señora del lugar— le cure las heridas, y de allí debe volver para salvar a los bretones. Guillermo de Malmesbury, en su De antiquitate Glastoniensis ecclesiae (1129-1135), aplica el nombre de Avalón a Glastonbury, aunque no da mayores precisiones. Poco tiempo más tarde, Caradoc de Llancarvan, en la Vita Gildae (1160), considera a Glastonbury como la isla o ciudad de cristal en la que Arturo rescata a la reina raptada. Esta tradición está presente todavía en Giraldus Cambrensis, que asegura que allí están las tumbas «del rey Arturo y de Ginebra, su mujer». En la Historia Regum Britanniae, Monmouth hace de la isla de Avalón el lugar al que Arturo se hizo conducir estando herido, y allí había sido forjada su espada. Estas mismas ideas pasan después al Brut de Wace. En la Vita Merlini, del mismo Monmouth, aparece la descripción de una isla maravillosa de gran fecundidad y en la que los hombres viven más de cien años: la identificación de esa isla paradisíaca con Avalón no parece revestir grandes dificultades. A partir del Didot-Perceval, se introduce la idea de que Morgana será la que cure las heridas del rey Arturo en la isla de Avalón; en otros textos posteriores, la isla fantástica acaba convirtiéndose en el dominio de las «damas que saben todos los encantamientos del mundo». El nombre parece haber dado lugar a múltiples interpretaciones en las que ha desempeñado un papel muy importante la imaginación popular. En principio, es muy posible que el nombre proceda de Aballach (o Avallach), padre de Modron; Aballach se confundiría con el irlandés ablach 'abundante en manzanos', epíteto que se aplicaba con frecuencia a los dominios de Manannan, dios del mar. Al cruce se unió el nombre de la abadía de Avallon: el resultado fue el nacimiento de la isla maravillosa, y la sustitución de Modron por Morgana. Posteriormente, la Isla de los Manzanos se identificó con otra isla legendaria, propia de la mitología galesa, Ynis Gutrin (Glastonbury, Isla de Cristal). Por razones políticas, los monjes de esta abadía, apoyados por Enrique II y Ricardo I, mantuvieron el error y llegaron a exhumar las tumbas de Arturo y Ginebra, para acabar de este modo con la esperanza del regreso de un rey bretón que acabara con la ocupación de los normandos o de cualquier otro invasor llegado del continente.