Bosque Perdido
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Después de haber yacido con la hija del rey Pelés en el Castillo de la Caja, Lanzarote parte en busca de Lionel, hasta llegar al Bosque Perdido, bosque «viejo y antiguo» según el autor del Lancelot (en prosa)
Después de haber yacido con la hija del rey Pelés en el Castillo de la Caja, Lanzarote parte en busca de Lionel, hasta llegar al Bosque Perdido, bosque «viejo y antiguo» según el autor del Lancelot (en prosa). A la entrada del bosque hay una capilla rodeada de un cementerio y con una cruz y un poyo de mármol en la entrada. En el poyo, una inscripción con letras rojas advierte a los caballeros andantes que si entran en el bosque no saldrán de él sin muerte o afrenta. Lanzarote es albergado esa noche por el ermitaño de la capilla, que le promete que al día siguiente le acompañará a cruzar el bosque. El ermitaño le cuenta que se llama Bosque Perdido porque «nadie sabe nada de él, y el que entra en él no puede saber tampoco absolutamente nada». Al día siguiente Lanzarote se adentra con un escudero en el bosque, y es atrapado por el baile, apareciendo aquí el mismo motivo que impide volver del Bosque sin Retorno de la Suite Merlin (Vulgata). Cuando Lanzarote lleva ya un buen rato bailando, una doncella le pide que se siente en un trono y se ponga una corona, pues será la forma de dilucidar si será el caballero que salve a los habitantes del bosque o, por el contrario, permanecerá él también atrapado. Lanzarote se sienta, le colocan la corona y seguidamente cae de lo alto de la torre una estatua que representaba al rey. Terminan en este momento los encantamientos, y los habitantes del lugar recobran la memoria y el sentido. Un viejo caballero le explicará a Lanzarote el motivo del encantamiento, establecido en su día por un clérigo, primo del rey Ban (véase Guinebán y Bosque Peligroso). Morgana tiene en el Bosque Perdido la residencia en la que Lanzarote estuvo prisionero durante dos años y medio, cuando pintó las paredes de la habitación con su propia historia.
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Textos
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