Nombre que recibe uno de los espacios fundamentales de la novela de Renaut de Beaujeu El Bello Desconocido. Es llamada también Isla Giratoria. De la descripción que aparece en el texto deducimos que se trata de un islote muy próximo a la costa en el que está asentado un castillo muy rico y hermoso, rodeado de muros de mármol blanco al interior de los cuales se encuentran cien torres de mármol rojo. El palacio central está construido con un material desconocido, tiene una bóveda de plata y veinte torres azules: el autor pone de manifiesto el vínculo de quien lo construyó con el conocimiento de encantamientos. La claridad de los materiales —cristal, plata...— es reforzada con la presencia de un carbunclo, piedra a la que se atribuye la virtud de emitir luz en la oscuridad. El castillo lo habita la Doncella de las Blancas Manos, única heredera del antiguo señor del castillo, conocedora de encantamientos y poseedora de un «sentido maravilloso». Cuando Guinglaín llega por primera vez a la Isla de Oro, se encuentra con un pabellón delante del que se hallan las lizas con estacas afiladas, en cada una de las cuales hay clavada una cabeza con el yelmo atado. Un caballero armado defiende el paso y Guinglaín deberá combatir contra él. La doncella sólo se casará con el caballero que sea capaz de defender ese paso durante siete años seguidos sin ser derrotado. Vence Guinglaín el combate y pasa a convertirse así en señor del castillo, pero huye antes de que los nobles y la doncella le obliguen a casarse con ella y le impidan abandonar el lugar. Incapaz de olvidar a la de las Blancas Manos, Guinglaín volverá a la Isla de Oro tras su aventura en la Ciudad Devastada. La Doncella de las Blancas Manos acabará perdonando al caballero por su anterior huida, pero le hace sufrir terribles encantamientos durante la primera noche que le permite dormir en su palacio de la Isla de Oro. Finalmente, la doncella le reconocerá públicamente como su señor.