Doncellas

Author
Carlos Alvar
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La doncella es la mujer soltera, frente a la dama, mujer casada o, en algunos casos, viuda. Las novelas artúricas están pobladas de doncellas que aparecen en situaciones y contextos muy diversos.

La doncella es la mujer soltera, frente a la dama, mujer casada o, en algunos casos, viuda. Las novelas artúricas están pobladas de doncellas que aparecen en situaciones y contextos muy diversos. Su presencia es fundamental dentro de la dinámica de los relatos, porque gran parte de las hazañas de los caballeros están motivadas por el deseo de acceder a la mujer. Es lo que habitualmente se conoce como uno de los tópicos corteses: la visión de la mujer y su conocimiento hacen nacer en el hombre el amor, el deseo y, también, el valor; se unen así amor y caballería. El caballero se perfecciona por influjo de la mujer que, ante los bellos hechos de armas del hombre, ante su cortesía y su valor, no puede evitar amarle a su vez. Pero la narrativa artúrica evoluciona a lo largo de su trayectoria como género y, con ella, evoluciona también la función de la doncella dentro del relato. En los primeros momentos hay una liberación (imaginaria, por supuesto) de las muchachas nobles respecto a las restricciones familiares que las mantenían encerradas en el ámbito doméstico. Y así, los caballeros empiezan a encontrarse, en el bosque, espacio abierto y público por excelencia, con doncellas solas. Estas doncellas andantes se destacan por su libertad sexual. Habitualmente, incluso, son ellas quienes toman la iniciativa y se ofrecen al caballero. Tal actitud, sin embargo, se orienta más a la defensa de unos valores masculinos que a la representación de una realidad femenina. La doncella no se entrega indiscriminadamente a cualquiera, tan sólo a aquel que se comporta cortésmente con ella. El que pretende forzarla es rechazado y, así, es frecuente que el joven caballero cortés sorprenda en sus andanzas por el bosque algún angustioso forcejeo entre una doncella indefensa y un caballero anti-cortés que pretende someterla a sus deseos. El combate singular resuelve el conflicto a favor del buen caballero, y la doncella, que antes se resistía, no tiene, casi nunca, reparos en entregarse por propia voluntad a su salvador. Episodios como éste pretenden establecer, dentro de los textos, la base de unas relaciones correctas entre hombre y mujer, en el plano amoroso, de acuerdo con los parámetros de la ética cortés. También es común que, para la doncella, la hospitalidad implique, más o menos tácitamente, el ofrecimiento de su cuerpo al caballero que se aloja en su casa. Detrás de todo esto, claro está, hay siempre una aspiración al matrimonio. Las relaciones sexuales entre la doncella y el joven caballero se conciben como buenas sólo en función de un compromiso ulterior. Paralelamente a la libertad erótica de la doncella, encontramos, como otro de sus rasgos definitorios, aún en la primera fase del género (finales del siglo XII), su identificación con la tierra. El joven caballero sale en busca de una manera de situarse en la sociedad, una manera de asentarse. Las restricciones matrimoniales generaron, como ha señalado Georges Duby en sus estudios, un colectivo de jóvenes sin posibilidad de acceder a la tierra (los segundones de las casas nobles), condenados a la errancia y a peregrinar de corte en corte, de señor en señor, como medio de subsistencia. La novela recrea esta problemática para resolverla en el plano imaginario y, así, la aspiración central del joven, lo que marca la culminación de su proceso de andanzas, es el matrimonio con la heredera (a veces, también con la viuda). Las doncellas de las casas nobles son, pues, el objeto de la búsqueda y de las hazañas caballerescas. Pero, al desaparecer aquellas restricciones matrimoniales (y a principios del siglo XIII), la función de la doncella en el relato cambiará sensiblemente. De manera progresiva, se van identificando doncellez y virginidad. Esta última acaba siendo un valor de gran peso en la mentalidad de la época. El caballero, que ya no se siente presionado por la necesidad de acceder a la tierra, buscará el matrimonio por la mujer misma y esa mujer tendrá que ser, sobre todo, virgen. Así, siguiendo la línea de la novela en verso, llegamos, en el siglo XIV, a una valoración muy acentuada del amor espiritualizado y vemos también que toda la libertad erótica de la doncella ha desaparecido o se ha difuminado mucho. Anteriormente, la doncella era, sin reparos, la amante del caballero, con la esperanza del matrimonio, pero amante al fin y al cabo. Ahora, en cambio, en novelas como Meliador, de Jean Froissart, el contacto sexual entre los caballeros y las doncellas llega única y exclusivamente después del matrimonio. Paralelamente, durante todo el siglo XIII, la novela en prosa, en la que se desarrolla el tema del Grial, presenta la virginidad como vía para la salvación del alma, y esta nueva valoración moral se impone no sólo a la mujer, sino también al hombre. En definitiva, la presencia de la doncella como objeto al que aspira el caballero es fundamental en la narrativa artúrica, pero, evidentemente, la visión que de ella se nos da está determinada casi exclusivamente por los intereses, las angustias y las aspiraciones masculinas.