Hijo de Yvaín el Bastardo, sirve como escudero en la corte de Arturo. Un día que tenía que acompañar al rey a la capilla de San Agustín, sueña que Arturo se ha marchado sin él y, apresurándose a alcanzarlo, se adentra en un bosque: en una landa del mismo encuentra una capilla rodeada por un gran cementerio. Sospechando que el rey se ha detenido allí para orar, entra y observa el cadáver de un caballero ricamente dispuesto entre cuatro candelabros de oro. Toma uno para obsequiar al rey y se lo mete entre las calzas y el muslo. Siguiendo su camino topa con un hombre negro y horrible, armado con un cuchillo punzante de dos filos, que lo hiere mortalmente en el costado al pretender apoderarse del candelabro. Cahú despierta del sueño reclamando a gritos un sacerdote y descubriendo que el sueño se ha hecho realidad: muestra el cuchillo que le atraviesa el costado y entrega el candelabro de oro al rey, y muere después de confesarse. Por consejo del sacerdote, Arturo dona el candelabro a la iglesia de San Pablo de Londres, recién consagrada.