Uno de los tres castillos mágicos que aparecen en Perlesvaus y al que el protagonista se dirige después de haber matado al Caballero del Dragón y de ser curado de las heridas del combate. El nombre del castillo proviene de la existencia en su centro de una torre asentada sobre cuatro columnas de cobre que, según dice el texto, «rugía con tanta fuerza a todas horas del día que se podía oír a una legua a la redonda». La puerta de la torre la guardan dos autómatas armados con mazas de hierro, que impiden que nadie ni nada pueda pasar sin ser destruido. Cuando Perlesvaus llega a esa entrada, una voz le asegura que a él no se le impedirá el acceso, y así es en efecto. La gente del interior del castillo rodea la torre y la adora como si fuera un ídolo. Perlesvaus dejará vivos sólo a aquellos que quieren creer en Dios, y que apenas suman una treintena de personas; los demás serán víctimas de los autómatas de la puerta. A la vez, Perlesvaus hará salir como un rayo al diablo que habitaba la torre: finalizados así los encantamientos del lugar, la torre se hunde. Es posible que la «Torre de Cobre» sea una reinterpretación de «Toro de Cobre», y que se trate de una remota alusión a algún culto pagano. (Véase Torre de Cobre).