Nombre de una reliquia sagrada que identifica el castillo donde es custodiada y que constituye una de las principales aventuras acometidas por Perceval. El Cerco de Oro es la corona que Jesucristo llevó en su cabeza el día que lo crucificaron. Se llama «de Oro», porque la señora del castillo (véase Doncella del Cerco de Oro) la mandó engastar en oro y piedras preciosas. Desde que la reliquia se guarda en el castillo, todos los años, en una fecha determinada, acuden en peregrinación los más nobles caballeros y damas del reino. Nadie podrá conquistar la reliquia ni el castillo hasta que llegue aquel que esté predestinado para ello, el caballero que vio por primera vez el Grial y que no es otro que Perceval. Por eso a ninguno más le es permitido albergarse en el castillo. Para conquistar el Cerco de Oro, Perceval tiene que matar al Caballero del Dragón (Ardiente). Ésa es la condición que impone la Doncella del Cerco de Oro, guardadora de la reliquia, pues el Caballero del Dragón mató al amigo de la doncella, Helaín de Escavalón, y a ella le arrasa todas sus tierras. Perceval se dirige a la Isla de los Elefantes en busca del Caballero del Dragón, combate contra él y lo mata. De este modo conquista el trofeo que le había sido profetizado y se gana el título de Caballero del Cerco de Oro. Con todo, la dama del castillo continúa custodiando la reliquia a petición expresa de Perceval. Cuando éste se va, Nabigán de la Roca roba el Cerco de Oro y ordena a una doncella de su casa que lo lleve a una asamblea que está a punto de celebrarse en el Prado de la Tienda de las Dos Doncellas. El caballero que venza en dicha asamblea se hará con el preciado objeto: Nabigán pretende ser el vencedor, pero Galván toma parte en el torneo y mata en combate a Nabigán. Así, el Cerco de Oro cae en sus manos. Finalmente, el sobrino de Arturo se lo devolverá a su dueño legítimo, Perceval. En otras obras surgen diversos personajes llamados «del Cerco de Oro». Entre ellos, el que aparece más veces es «el Doncel del Cerco de Oro», al que también se alude en algunos textos como «el Rey del Cerco de Oro».