Nombre que recibe la ciudad en que habita Rubia Esmerada (Blonde Esmerée) en el Bello Desconocido. Tras pasar un bosque, el protagonista divisa la ciudad, que en otros tiempos fue de inmensa belleza, antes de ser devastada. Situada entre dos ríos turbulentos, la inexistencia de personas en su interior es uno de sus rasgos más característicos, junto con la presencia de las ruinas, por las cuales puede intuirse la majestuosidad de antaño. Antes de llegar a ella, Ampar, que acompaña al Bello Desconocido, le describe el palacio que encontrará en la ciudad: grande, construido con mármol, mil ventanas con un juglar en cada una de ellas. Cuando el protagonista se encuentra ya en la entrada, la descripción se hace más exacta: la ciudad tiene cinco leguas de largo y está completamente rodeada de muros y fosos; estos muros son también de piezas de mármol, unidas con cemento, de colores diversos y con animales y flores tallados. Una vez en la sala del palacio, el Bello Desconocido se enfrenta a un caballero con un escudo que se da a la fuga al ver que no puede vencerle. El protagonista le persigue y al pasar por la puerta, grandes hachas le impiden el paso. Sale a continuación un caballero grande y corpulento con un caballo que echa fuego por la boca y tiene un cuerno en la frente: el Desconocido lo vence también. El palacio empieza a arder; luego, permanece oscuro, retumba, se estremece, hasta que sale una serpiente de un armario y besa al Bello Desconocido en la boca. Una voz le revela a continuación que es el hijo de Galván y que su nombre es Guinglaín. El caballero se duerme y al despertarse se encuentra a Rubia Esmerada a su lado. La doncella le cuenta que al morir su padre, Mabón y Evraín el Feroz encantaron la ciudad y la devastaron, convirtiéndola a ella en una serpiente. El beso de Guinglaín le ha hecho tornarse de nuevo en mujer. Rubia Esmerada le informa también del nombre de la ciudad antes de ser devastada: Sinadón, ciudad que aparece en el Tristan de Béroul como residencia del rey Arturo. En la Continuación de Perceval, de Montreuil, el rey de la Ciudad Desierta hace desencadenar, por medio de los demonios, una terrible tempestad para acabar con Gornemans de Goort, porque éste hizo caballero a Perceval y la puesta en práctica de los consejos que le dio haría que se anularan las obras del demonio. En Perlesvaus, Lanzarote llega también a una ciudad devastada, tan grande que ocupa todo el país. Los muros están destruidos, las puertas se caen de viejas y no hay ni una persona: iglesias, mercados y palacios se encuentran absolutamente desiertos, los cementerios están llenos de sarcófagos. Lanzarote encuentra sólo unas personas que se lamentan por la próxima muerte del caballero. Un caballero vestido con una túnica roja aparece y le pide a Lanzarote que le corte la cabeza con un hacha, de lo contrario se la cortará a él. Lanzarote acepta finalmente, prometiendo que un año después volverá al lugar y pondrá su cabeza a disposición del que aparezca. Cuando Lanzarote vuelve a la Ciudad Devastada, es perdonado gracias a la intervención de las dos hermanas del Pobre Caballero. Lanzarote es el primer caballero que ha mantenido su promesa y ha vuelto a la ciudad, con lo cual ésta será repoblada.