Ermitaños

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Carlos Alvar
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Entre los personajes secundarios de las novelas artúricas aparece con insistencia el ermitaño como figura recurrente

Entre los personajes secundarios de las novelas artúricas aparece con insistencia el ermitaño como figura recurrente. Por lo general, suele ser un anciano que se retira del mundo de la corte, después de haber sido un caballero más o menos importante: la lista de los que obran así es interminable, Nascién, Lanzarote, Perceval y otros muchos acaban sus días como ermitaños. El papel desempeñado por estos santos varones es variado: por una parte hay ermitaños que simplemente se ocupan de dar acomodo alguna noche a los caballeros andantes, ofreciéndoles cena y oficiando el servicio divino la mañana siguiente: son auxilio corporal y espiritual. Es posible —según señala A. Kennedy— que en parte los ermitaños comparsas revelen un origen pagano, hecho que justificaría parcialmente que sus cenobios y ermitas se encuentren en la proximidad de templos dedicados a dioses como Marte o Venus; con el paso del tiempo, los templos paganos se irán transformando en santuarios, monasterios e iglesias. El ermitaño, en otras ocasiones, se convierte en el mentor espiritual del caballero: de ahí la importancia de que originariamente el consejero fuera, también, hombre de armas. Se trata de ermitaños que actúan como portavoces del ideal del caballero cristiano, con claro trasfondo de la concepción del mundo de la caballería por parte de San Bernardo en su Laus novae militiae. El caballero debe ocuparse del orden social, pero también de la paz y la justicia, alejando cualquier tipo de violencia. Las recomendaciones que llevan a cabo los ermitaños, sin embargo, no permanecen inmutables, sino que se alteran con el transcurso del tiempo, de acuerdo con las preocupaciones eclesiásticas: así, pueden ir desde la crítica directa a la violencia y al pillaje, hasta el elogio de la castidad y la censura de la lujuria. Es el triunfo de la fe católica, el rechazo del mundo de la carne y la exaltación de la salvación del alma. Sólo en un par de ocasiones (PM, Perceforest) algún ermitaño censura la decadencia moral de la Iglesia y pide la renovación espiritual de sus miembros. Desde el punto de vista de la técnica literaria, la presencia de los ermitaños puede servir para reunir en un breve repaso las principales aventuras de los caballeros (a través de la confesión, generalmente), o para preparar el camino narrativo a nuevas hazañas mediante el consejo y la interpretación de sueños: la función premonitoria o profética de los ermitaños hace que resalte más aún el papel de estos personajes secundarios.