El reino de Escocia que se menciona frecuentemente en la narrativa artúrica corresponde a un territorio menor al de la Escocia actual. Se reconocían en ésta, desde el período altomedieval, tres regiones: Moray (Mureòf, en francés antiguo) al norte, en las highlands; Lothian (fr. Loænis) al sur, desde el estuario del Forth hasta Northumberland, el primer condado inglés; y Scotia (fr. Escoce) al norte y nordeste del mismo estuario, en torno al condado de Fife y las lowlands. Es, pues, a esta última región a la que se refieren los textos que consideramos aquí, y sólo ocasionalmente puede tomarse Escocia (e, incluso, Irlanda, aunque raramente) en su acepción geográfica moderna. Algunos lugares destacados de la materia artúrica pueden ser localizados verosímilmente en este territorio: así el Monte Doloroso (Stirlling, Dollar o Melrose Abbey, según los estudiosos) o Entreveline (Stirling), donde Galván convoca una poderosa flota para enfrentarse a Belchís el Bizco y rescatar a Lidoine. Se sitúa también allí la Montaña Negra. Algunas obras indican su vecindad con Irlanda y Gorre. Wace, traduciendo la Historia Regum Britanniae, de Geoffrey de Monmouth, cuenta que Albanacto, uno de los tres hijos de Bruto, fundó Albania, la futura Scotia, y que desde esa tierra los bretones resistieron al emperador romano Severo. Más adelante, el país tuvo que defenderse de las invasiones de irlandeses y sajones. Celedonio, hijo de Nascién y sobrino del rey Mordraín, fue enviado allí por Dios para acabar con el imperio del paganismo y se convirtió en el primer rey cristiano de Escocia, nueve generaciones antes de los tiempos de Arturo. Son mencionados como reyes escoceses: Aguisant o Aguisel (el más citado), Escós y Heliadés. Entre los caballeros de Escocia se encuentra Ganor. Una prima de Yvaín, esposa del rey de Escocia —de quien no se da el nombre—, provoca una guerra al ser la amante de Meliadús.