Señor de las Islas Lejanas. Hijo de Brunor y de la Bella Jayana; hermano de la doncella Delice; primo del Rey de los Cien Caballeros; amigo de la Dama de Malohaut, viuda de Danaín. Es un personaje tan netamente individualizado que se le puede considerar, con razón, una de las figuras más logradas de cuantas aparecen en los relatos artúricos. Galahot procede de las Islas Lejanas, que algunos autores (especialmente E. Brugger) identifican con las Hébridas, que estaban ocupadas por los Vikingos. Esto y el hecho de que Galahot se caracteriza por su extraordinaria fuerza, su elevada estatura (medio pie más grande que cualquier caballero de la corte de Arturo) y su notable espíritu conquistador de otras tierras, que le llevará a invadir Logres, hacen pensar que representa a un vikingo. La invasión de Logres provoca el inevitable enfrentamiento entre Galahot y el rey Arturo; en el transcurso del mismo conoce a Lanzarote, lo ve luchar y queda profundamente admirado por su valor y sus bellos hechos de armas. Esa admiración es un sentimiento tan fuerte que a partir del momento mismo, Galahot se convierte en devoto y fiel amigo de Lanzarote y, por amor a él, abandona su intento de conquista del reino de Logres, rinde homenaje a Arturo, haciéndose su vasallo y se convierte en caballero de la Mesa Redonda. Su amistad incondicional a Lanzarote es el rasgo más sobresaliente de este personaje. Todos sus actos van a estar marcados, de una forma u otra, por ese sentimiento. Así, se convierte en el mensajero e intermediario entre Lanzarote y Ginebra al descubrir el sufrimiento de su amigo, que no puede tener a la reina. Será Galahot quien prepare la primera cita entre ambos, en la que Ginebra, tomando la iniciativa, besa a Lanzarote por primera vez (pasaje recordado por Dante en la Divina Comedia). Y gracias a Galahot, también, consuma en el lecho su pasión con Ginebra. Más adelante, una serie de pesadillas comienzan a angustiarle. Los sabios clérigos consultados se las interpretan, advirtiéndole que los sueños no le presagian nada bueno: a Galahot le quedan cuatro años de vida; durante ese tiempo se va sumiendo en una aguda melancolía, acentuada por la falsa noticia de la muerte de Lanzarote. Finalmente, esa melancolía hace que Galahot deje de comer y muera, a causa de una enfermedad producida por una herida que no acaba de cicatrizar. Cuando Lanzarote descubre su tumba en Gorre, logra tras dura batalla que lleven el cuerpo a la Alegre Guardia y que allí lo entierren en medio de las mayores honras; y el mismo Lanzarote será enterrado junto a su amigo. Los restos de los dos caballeros serán destruidos por el rey Marco.