Única hija del rey de Cavalón, cuyas tierras se sitúan con toda probabilidad al sur de Escocia, Lidoine es una joven que, a su extraordinaria belleza y costumbres corteses, une otras cualidades como un discretísimo buen juicio, por lo que mucha gente acude a pedirle consejo desde lejanas tierras, y una virtud que obra milagros en quienes la ven, protegiéndolos o curándoles de su cojera, por ejemplo. A la muerte de su padre, gobierna prudentemente el reino durante tres años, manteniéndolo al margen de guerras y conflictos. En el torneo de Lindesores, dos caballeros, amigos y compañeros de armas, se enamoran a la vez de ella. Un juicio de amor tenido por la reina Ginebra y sus damas sentencia que la reciba como amiga Meraugís de Portlesguez, que la quiere por su nobleza y cortesía, antes que Gorvaín Cadruz, que se mueve por la atracción de su belleza. Lidoine concede a Meraugís un beso, pero le compromete a llevar a cabo hazañas caballerescas por ella durante un año antes de entregársele totalmente. La joven le acompaña en varias aventuras hasta que Meraugís la deja en la Ciudad sin Nombre para pasar a la isla vecina, donde rescata a Galván mediante una treta que hace creer a Lidoine que su caballero ha muerto, mientras él se va de allí a escondidas. Luego, la afligida Lidoine es raptada por el caballero Belchís el Bizco, cuñado de Melián de Lis, que quiere casarla con su hijo Espinogre y la encierra en su fortaleza de Monhaut, donde Meraugís está convaleciendo de incógnito de sus heridas. Auxiliada por Gorvaín Cadruz y el senescal de Cavalón, Anquises el Rojo, que, con la ayuda de Galván y las tropas de Arturo, ponen sitio a Monhaut, Lidoine es salvada y recuperada por un resurgido Meraugís que somete a Belchís y a su parentela. El nombre dado a la joven heredera juega con la homofonía del apelativo «L’idoine», en francés «la hermosa, la elegante».