Hijo de Narpús, segundo rey cristiano de Escocia, y de la Doncella de la Nube Blanca o de Havingues, ambas descendientes de José de Arimatea. Es primo hermano de Perceval por parte de madre y está emparentado con Pelés y sus hermanos. Esta genealogía, sin embargo, no coincide en todos los textos, llegándose a distinguir como dos o tres caballeros diferentes: el Nascién hijo de Narpús, el primo de Perceval y el caballero-ermitaño. Como otros muchos caballeros de la Mesa Redonda, Nascién ayuda en su juventud al rey Arturo frente a los Sajones, contra los nobles rebeldes y en apoyo del rey Leodagán de Carmelida; también se encuentra entre los caballeros que acuden al lado de Aglován para combatir contra Agripa. Sin embargo, la biografía de este personaje comienza a distanciarse de las vidas de otros caballeros a partir del momento en que contempla el Grial conducido por un ciervo blanco y escucha el relato de la Pasión de Jesucristo por boca de un ermitaño: Nascién renuncia a la caballería y se entrega a la vida religiosa y al ascetismo cerca de Camelot. La figura de Nascién se convierte de este modo en el interlocutor idóneo de los caballeros artúricos, pues conoce su mundo, lo ha vivido y ha participado de él, y además es capaz de desentrañar los más oscuros designios de la divinidad gracias a su santa vida: por una parte, será un instructor perfecto; por otra, será el consejero indiscutible en todas las aventuras de carácter espiritual. Y así, es Nascién el que profetiza la gran fama y los altos honores de Lanzarote, es también el que advierte a la corte artúrica que los caballeros que emprendan la demanda del Santo Grial no deben llevar a sus amigas, damas o doncellas, pues se trata de una aventura muy distinta de las habituales. La figura del ermitaño que abandonó las armas para entregarse a la religión es frecuente en los textos: bastará recordar el final de Perceval, Blioberís, Héctor y del mismo Lanzarote; los caballeros-ermitaños son pieza clave también en las obras de carácter didáctico.