Séptimo hijo del conde Evrauc; siendo niño, su padre y sus hermanos murieron en torneos y combates, de tal modo que Peredur fue educado por su madre lejos del mundo de la caballería. A pesar de las precauciones, Peredur conoce a tres caballeros y decide ser como ellos. Al llegar a la corte de Arturo, sus emisarios —dos enanos— son objetos de los sarcasmos de Keu. Peredur lleva a cabo numerosas hazañas, derrotando a cuantos caballeros se atreven a oponérsele. En sus andanzas llega a un bosque en el que encuentra a un anciano cojo, con unos criados que están pescando; es hermano de su madre. El día siguiente, en un castillo, otro anciano le dice que también es tío suyo: durante la comida, Peredur presencia un cortejo en el que dos jóvenes llevan una lanza sangrante, y dos doncellas, una bandeja con una cabeza cortada. Se marcha del lugar y encuentra a su hermana de leche llorando, que le informa de la muerte de su madre... El paralelismo con la historia de Perceval se mantiene, a grandes rasgos, incluyendo la magnífica escena de las gotas de sangre en la nieve, que le recuerda el rostro de la amada. Justamente en el momento en que está pensando en su dama, aparecen los hombres del rey Arturo, que iban buscándolo. Luego hay una divergencia de historias. Peredur combate con el Hombre Negro; más tarde, vence al monstruo llamado Serpiente Negra, y participa en un torneo, organizado por una emperatriz, que lo retendrá a su lado durante catorce años. Finalmente, acude de nuevo al Castillo de los Prodigios para desentrañar los misterios del cortejo que había visto en la corte del Rey Tullido: todos eran obra de las brujas de Kaerloyw, que habían matado al primo de Peredur, cortándole la cabeza (que vio en la bandeja) y que habían dejado tullido a su tío. Peredur debe tomar venganza, para cumplir las predicciones; y así, Peredur mata a las brujas.