Santo ermitaño nacido en Belén que sirvió a Dios durante largos años. Este personaje aparece vinculado a la ciudad de Sarraz, en los tiempos de la conversión de Evalach al Cristianismo; es, pues, contemporáneo de Josefés. Enviado por Dios, reconforta a Mordraín (Evalach) en la Roca del Puerto Peligroso, donde el rey de Sarraz pasa por toda clase de peligros y pruebas como testimonio de su fe. El mismo ermitaño convierte al Cristianismo a Flegentina, madre de Sarracinta, curándola en su enfermedad. El cuerpo de San Salustio está enterrado en Sarraz, y en su honor se erigió sobre él una iglesia. Algunos estudios apuntan la posibilidad de que existan ciertas conexiones entre el mártir San Sador, obispo de Ctesifonte, y el mismo Salustio, aunque no hay que rechazar la posibilidad de un juego de palabras entre el nombre del personaje y el latín Salus ‘salvación, salud’.