Bosque

Author
Carlos Alvar
Categoría

Los caballeros andantes se mueven, por lo general, en dos ambientes bien definidos: la corte y el bosque. La corte constituye el lugar de encuentro con el mundo conocido, sujeto a orden y normas; es el lugar del individuo social. Por el contrario, el bosque es el espacio de lo ignoto, de la naturaleza silvestre y salvaje; es el lugar del caballero solitario

Los caballeros andantes se mueven, por lo general, en dos ambientes bien definidos: la corte y el bosque. La corte constituye el lugar de encuentro con el mundo conocido, sujeto a orden y normas; es el lugar del individuo social. Por el contrario, el bosque es el espacio de lo ignoto, de la naturaleza silvestre y salvaje; es el lugar del caballero solitario. En el bosque se encuentran leñadores, carboneros, cazadores, guardabosques y pastores (boyeros, por lo común); todos ellos ejercen sus oficios de forma similar a la realidad. El bosque está habitado también por ermitaños, en gran medida caballeros andantes que han abandonado las armas para vivir lejos de la sociedad, dedicados a la oración. Todo ello es trasposición literaria del mundo real. Pero el bosque es, sobre todo, el lugar al que acuden los caballeros andantes y, en ocasiones, las doncellas. Es posible que la presencia de doncellas y caballeros responda a dos razones distintas: los caballeros se inician en el mundo de las aventuras a través de la superación del bosque, con sus amenazas. El bosque podría ser considerado el lugar de rito de iniciación caballeresca; la espesura, la oscuridad, las fieras salvajes, los ríos caudalosos, la noche, añaden matices al secreto y al peligro que constituye cada «paso»; sólo en algunas ocasiones los caballeros escogidos son acompañados por la luz de la luna, que les ayuda a disipar el temor. La presencia de abundantes doncellas que juegan sin cesar a orillas de las fuentes, o que se lamentan por el amor perdido, parece deberse a la pervivencia literaria de divinidades menores (como las ninfas y las náyades) que habitaban los bosques y las aguas ya en época clásica. Así, el bosque se convierte en un lugar complejo, familiar y hostil a la vez, deseado y evitado. Nada de particular tiene, entonces, la presencia de animales —más simbólicos que reales— como leones o monstruos diversos, que añaden otra nota más de misterio y temor, y sirven, por tanto, para acrecentar el heroísmo del caballero. Por otra parte, el bosque es, también, el lugar de la purificación o del perfeccionamiento antes de comenzar una etapa nueva de la vida. En este sentido, el carácter de espacio iniciático es indudable. Tras los fracasos amorosos o debido a las derrotas en los combates o en las búsquedas y aventuras, los caballeros se refugian en el bosque y llevan una vida de privaciones y sufrimientos, de ascetismo, que les permitirá ocupar el lugar que se merecen. Sin embargo, no siempre el proceso es tan rápido como desean los protagonistas y sus compañeros: son muchos los que quedan atrapados por el bosque, lejos de todos; poco importa que estén presos en un castillo, en una cueva o en un hermoso jardín sin salida. El bosque los retiene, pues han sido incapaces de superar las pruebas establecidas; sólo la ayuda de otro caballero, más perfecto, los podrá sacar de su prisión. El bosque se convierte de este modo en etapa previa a estados diversos; en ese itinerario, una de las metas posibles —no necesariamente final— es el Más Allá, y el bosque se convierte, de forma muy especial, en el preludio del Otro Mundo, al que sólo se puede llegar después de atravesar el bosque y sus ríos. Ambos aspectos simbólicos del bosque, lugar de iniciación y preludio del Más Allá, están íntimamente unidos, y resultan difíciles de separar. En la literatura artúrica, no siempre se conserva el simbolismo, o se mezcla con visiones menos profundas, más cotidianas, que contribuyen a crear una atmósfera a la vez mágica y real.