Sobrenombre con el que se conoce a Lanzarote del Lago a causa de un incidente sucedido durante la persecución de Meleagant, raptor de la reina Ginebra. Tras combatir con los esbirros de aquél, que le matan el caballo, Lanzarote pide noticias de la reina a un enano que conduce una carreta. El enano se ofrece a ayudarle sólo si sube a la carreta con él, lo que sabe que será una humillación para el caballero, pues en la época en que se sitúa la acción, las carretas se empleaban como cadalsos para escarnio público de los delincuentes. Después de un instante de duda Lanzarote monta en la carreta y sigue su camino con el enano. Desde este momento se le conoce como el Caballero de la Carreta, o, simplemente, el de la Carreta. La circunstancia de la pérdida o ausencia del nombre (Lanzarote no había sido nombrado hasta entonces y no lo será hasta que la reina lo reconozca en Gorre), un motivo típico de la novela artúrica, señalará en adelante la evolución del personaje durante sus aventuras, pues sólo su recuperación indicará la culminación de su realización social dentro de la clase caballeresca. Lanzarote, irónicamente, concederá merced a un caballero, al que ha derrotado y que se había burlado de él como cobarde, solamente si monta en una carreta.