Mujer de gran belleza y de singular atractivo, prudente, discreta y muy querida por sus vasallos; su nombre es Bloie, aunque casi siempre se alude a ella como Dama de Malohaut; según algunos textos, es viuda de Danaín el Pelirrojo. Deja en libertad a Lanzarote, al que tenía prisionero, para que acuda a un encuentro con los caballeros del rey Arturo: las hazañas que realiza Lanzarote hacen que la Dama de Malohaut se enamore de él, aunque sin éxito. Intenta saber el nombre de su prisionero y, para ello, tiene que acudir a la corte de Arturo; pero fracasa en su intento. Poco tiempo más tarde coincide en la corte con Lanzarote —al que ha dejado libre por sus méritos—, y con Galahot, que acaba de rendirse al rey Arturo. La Dama de Malohaut descubre la incipiente relación de Lanzarote y Ginebra, y con habilidad se convierte en confidente de la mujer del rey Arturo; ésta, por su parte, logra que Galahot se decida a tomar por amiga a la Dama de Malohaut, de tal forma que las dos parejas establecen estrechos lazos de amistad y compañerismo, reforzados por el consuelo que se propician mutuamente ante las ausencias de los amados. Al morir Galahot —por la noticia falsa de la muerte de Lanzarote—, la Dama de Malohaut, que iba a casarse con él un año más tarde, quedó sumida en una profunda tristeza, que en definitiva también la llevaría a la muerte.