Doncella, cuyo nombre no llegamos a conocer, que se presenta un día de Pentecostés en la corte del rey Arturo, en busca de un caballero que recupere para ella el freno de la mula sobre la que cabalga, y que le ha sido arrebatado injustamente. Ofrece como recompensa su persona y su reino. El caballero que afronte la aventura tendrá que montar en la mula y dejarse guiar por ella hasta el lugar en el que el freno se halla retenido. Primero se ofrece el senescal Keu, que, como es habitual, fracasa en la empresa. Después, Galván, el sobrino del rey Arturo, se hace cargo de la aventura, y la doncella, presintiendo su triunfo, le otorga un beso. Montado en la mula llega a un castillo encantado que gira sobre sí mismo y, después de duras pruebas y terribles combates, recupera el preciado objeto, que estaba en poder de la hermana de la Doncella de la Mula. Galván regresa a la corte de Arturo, donde todos, especialmente la doncella, se regocijan por el éxito, pero no recibe la recompensa prometida, ya que ella se marcha sola, sin volver a mencionar su primer ofrecimiento. Con todo, antes de partir, obsequia al caballero triunfador con cien besos. La disputa por el freno entre la Doncella de la Mula y su hermana aparece también en un episodio de Diu Krône, texto de hacia 1220, redactado por Heinrich von dem Türlin. Según todos los indicios, el polémico objeto simboliza la propiedad del patrimonio, con lo que el motivo principal de las aventuras narradas sería el de la «hermana desheredada».