Ginebra (1)

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Carlos Alvar
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Reina. Es la única hija legítima del rey Leodagán de Carmelida, legitimidad que viene avalada, según la Continuación de Merlin (Vulgata), por una pequeña marca de nacimiento en forma de corona que tiene la reina, y que la distingue de su hermana bastarda, la Falsa Ginebra, ya que, por lo demás, son exactamente iguales en todo, de tal forma que resulta imposible reconocerlas incluso al propio rey, lo que origina un episodio de equívocos —voluntarios e involuntarios— con suplantaciones y raptos, del que saldrá airosa la auténtica reina tras mucho tiempo

Reina. Es la única hija legítima del rey Leodagán de Carmelida, legitimidad que viene avalada, según la Continuación de Merlin (Vulgata), por una pequeña marca de nacimiento en forma de corona que tiene la reina, y que la distingue de su hermana bastarda, la Falsa Ginebra, ya que, por lo demás, son exactamente iguales en todo, de tal forma que resulta imposible reconocerlas incluso al propio rey, lo que origina un episodio de equívocos —voluntarios e involuntarios— con suplantaciones y raptos, del que saldrá airosa la auténtica reina tras mucho tiempo. Su nombre está seguramente vinculado al galés «Gwenhwyvar», que significa «blanco fantasma». Es habitual que se aluda a ella simplemente como “la reina”, ya que, si por algo es conocida y reconocida, es precisamente por ser esposa de Arturo. Como tal, aparece por primera vez en la Historia Regum Britanniae, de Geoffrey de Monmouth (ca. 1135), donde, además, se la identifica con una noble romana, a la que Arturo desposa por su extraordinaria belleza. Geoffrey de Monmouth recoge ya la historia del adulterio de Ginebra. En este primer estadio de la tradición, el amante de la reina es Mordret, el sobrino traidor de Arturo. El triángulo Arturo-Ginebra-Mordret vuelve a aparecer en el Brut de Wace (ca. 1155) y en el Brut de Layamon (ca. 1200), pero Chrétien de Troyes introduce una modificación fundamental en la historia al sustituir, en el lecho adúltero de la reina, a Mordret por Lanzarote. La tradición del adulterio de Ginebra tomará un nuevo sentido, cuya fortuna será tal, que todo el ciclo de la Vulgata asumirá los amores de Lanzarote y Ginebra como uno de los principales nudos argumentales del relato. Sólo se retomará la figura de Mordret en Mort Artu, para justificar el final catastrófico del reino artúrico, v aun así, Mordret aparece como traidor a Arturo, no como amante de la reina, ya que ésta no accede a satisfacer su pasión. Ginebra será, pues, desde Chrétien, la esposa de Arturo y la amante de Lanzarote. Estas dos relaciones constituirán, en gran medida, sus señas de identidad como personaje. Otra de las tradiciones que, de manera constante, se vincula a Ginebra es la de su rapto. En Chevalier de la Charrette, Ginebra es raptada por Meleagant, caballero extranjero que se presenta en la corte de Arturo, llevándose a la esposa del rey a su país, Gorre. Para rescatarla, Lanzarote los persigue y se ve forzado a subir en la carreta. El héroe llegará hasta Gorre, tierra sometida a un encantamiento, que él conseguirá deshacer. En Gorre, Lanzarote y Ginebra tienen ocasión de verse e, incluso, de pasar una noche juntos. Tras el combate de Lanzarote y Meleagant, en el que éste resulta derrotado, la reina puede volver a la corte de Arturo. Según Frappier (en Loomis, ALMA, pp. 177-79), el rapto de Ginebra reproduce un antiguo mito céltico, con la diferencia de que, si habitualmente es el marido de la mujer raptada el que sale en su busca, aquí es el amante de la dama el que asume esa responsabilidad. Debieron existir muchas versiones diferentes del rapto de Ginebra, anteriores, incluso, a Chrétien, como demuestra el famoso bajorrelieve de la catedral de Módena, donde, hacia 1106, un escultor lombardo esculpió una variante de la historia. También la Vita Gildae, de Caradoc de Lancarvan, fechada hacia 1136, recoge esta tradición. En Lancelot en prosa, el amor de Lanzarote y Ginebra nace con la ayuda de Galahot de las Islas Lejanas, que les facilita el primer encuentro, en el que los amantes se dan el primer beso (famoso episodio, a través de cuya lectura Paolo y Francesca descubrieron su propio amor, tal como relata Dante en la Divina Comedia). Aunque en Lancelot propre el amor de Lanzarote y Ginebra es glorificado, más tarde, en el seno del mismo ciclo de la Vulgata, será censurado. En la Queste queda claro que la razón del fracaso estrepitoso de Lanzarote en la búsqueda del Grial se debe a su relación adúltera con Ginebra, una relación que el autor de la Queste no duda en calificar de pecaminosa. Asimismo, en Mort Artu se hace a la reina responsable indirecta de la ruina del mundo artúrico. El rey, que a estas alturas ya tiene fundadas sospechas acerca de los amores de su esposa y Lanzarote, contempla en el castillo de Morgana unas pinturas hechas por el caballero, en las que está representada toda la historia de la ilícita relación. Tiempo más tarde, en una trampa que tienden los sobrinos del rey a los dos amantes, éstos son sorprendidos y aunque Lanzarote logra escapar, la reina es apresada y condenada a morir en la hoguera: Lanzarote la rescatará, pero en el combate que se origina mueren Agravaín, principal impulsor de la desgracia de la pareja, Gueheriet y Guerrehet; éste será el origen de la guerra en la que morirán los mejores caballeros de la Mesa Redonda, incluido el propio Arturo. Ginebra, tras el desastre, acaba sus días, ya desde la Historia Regum, en un convento. La pasión de Ginebra y Lanzarote es vivida por sus protagonistas como una culpa. Ginebra está siempre atormentada por el perjuicio que, con su amor, causa a Lanzarote, ya que amar a Ginebra es una traición al rey, que empaña la condición de Lanzarote como «mejor caballero del mundo». Por otra parte, también los celos angustian a la reina. En ocasiones es dura y déspota con su amante, que, en contrapartida, se mantiene fiel a ultranza. La actitud, a veces despiadada, de Ginebra responde seguramente, según Frappier (vid. supra), más a un deseo de mantenerse en su sitio de dama cortés que inspira proeza, que a una calculada y consciente crueldad. Ginebra contrasta vivamente con la otra mujer adúltera de la literatura medieval, Iseo la Rubia. Mientras que ésta vive el adulterio como una fatalidad (la consecuencia de un filtro mágico), Ginebra se entrega al amor extramatrimonial con absoluta libertad y por voluntad propia. Por lo general, los textos no hablan de que Ginebra tuviera hijos. Sólo el autor de Perlesvaus la presenta como madre de Lohot, que, en otras partes, aparece como hijo ilegítimo de Arturo. La Alliterative Morte Arthure (1400), por su parte, es el único texto que afirma que Ginebra es la madre de los hijos de Mordret. Aunque Chrétien la retrata bastante favorablemente, otros autores la presentan, más bien, como un personaje seductor y negativo (así María de Francia, en el Lai de Lanval). El Lanzelet de Ulrich von Zatzikhoven ignora totalmente la relación de Ginebra y Lanzarote. 
passim. 
Genero
Femenino
Textos
passim.