Rey pagano que tiene en su poder la espada con la que fue decapitado San Juan Bautista. Galván, que va en busca de dicha espada, llega un día a las afueras de una ciudad y allí un burgués le habla de ese rey y le dice que, además de no creer en Dios, es muy felón y cruel. Ninguno de los caballeros que han penetrado en su reino en busca de la espada han logrado salir con vida. Galván, sin embargo, no ceja en su empeño y así llega a la tierra de Gurgarant. Se sorprende al ver que todas las gentes se lamentan y expresan un gran dolor. Entonces le explican que el único hijo del rey Gurgarant ha sido raptado por un gigante que, además, aterroriza a su gente y devasta la tierra. Gurgarant, que no puede encontrar en su reino a ningún caballero suficientemente valiente como para enfrentarse con el gigante y matarlo, maldice incluso su propia fe y jura que si algún caballero cristiano pasa por allí, él lo recibirá y le dará como premio la espada que decapitó a San Juan, si consigue vencer al gigante y devolverle a su hijo. Galván, al enterarse de esto, ve su oportunidad y se ofrece para ayudar a Gurgarant. Lucha contra el gigante y le corta la cabeza, pero no puede rescatar vivo al hijo del rey, porque el gigante, sintiéndose herido en el transcurso del combate, lo estrangula antes de que Galván pueda evitarlo. Gurgarant recibe con dolor a su hijo muerto y hace que metan el cuerpo en una caldera con agua hirviendo para cocerlo. Después, manda que lo troceen y reparte los pedazos entre sus hombres para que todos coman: Gurgarant y sus gentes son antropófagos. Galván recibe como premio la espada que iba buscando y el rey, una vez finalizado el banquete en el que se ha comido a su hijo, reniega de su vida pasada y se convierte al Cristianismo. Es rebautizado con el nombre de Archier. Más tarde se hará ermitaño y se irá a vivir cerca del Castillo del Grial. Según Nitze, el nombre Gurgarant procede, seguramente, del galés «gurguol», que quiere decir «hombre lobo», aunque, de hecho, los rasgos del personaje tienen poco o nada que ver con los del hombre lobo. También se han dado otras etimologías posibles. Bruce, por ejemplo, dice que podría tratarse de una adaptación de Murgalant, nombre habitual en los cantares de gesta.