Jaufré es un doncel que acude a la corte de Arturo para ser armado caballero. El rey le procura las mayores atenciones, sobre todo al saber que su padre fue Dozón (o Dovón), un valiente caballero de la Mesa Redonda, junto al cual había luchado a menudo y que murió durante el asedio del castillo de un enemigo del rey en Normandía. Tras la intempestiva irrupción de Tablante de Ricamonte, que asesina a un caballero de la corte dejándolo muerto a los pies de la reina y que promete repetir semejante acción cada año por Pentecostés, Jaufré solicita ser armado caballero inmediatamente para poder perseguir y castigar al malvado caballero. Tras su salida de la corte, Jaufré lleva a cabo cuatro aventuras en las que, sucesivamente, derrota y hace prisionero a Estout de Vertfueil, un mal caballero; da muerte al caballero de la Lanza Blanca, defensor de una costumbre perversa, descortés y anticristiana; libera a veinticinco caballeros prisioneros de un peón, o soldado mercenario, que los había asaltado; y, finalmente, acaba con las fechorías de un leproso que hacía raptar niños para curarse de la enfermedad bañándose en su sangre. Luego Jaufré, extenuado y muerto de sueño, penetra en el jardín del castillo de Mombrún y se tumba a dormir, pero es descubierto y apresado, ya que su presencia hace callar a los maravillosos pájaros del jardín, cuyo canto suele escuchar por las noches Brunisén, la doncella señora del lugar. Ambos se enamoran a primera vista y la joven permite descansar al caballero en una estancia. Despertado por dos veces a causa de un doliente griterío del que nadie le quiere dar razón, sino que le golpean cuando pregunta por su motivo, Jaufré abandona precipitadamente Mombrún. Al descubrir su ausencia, más tarde, Brunisén, afligida, manda al senescal en pos de su amado. Auger d’Eixart, un caballero de las tierras de Brunisén, que fue compañero del padre de Jaufré, lo acoge y le indica el castillo al que debe ir a buscar a Tablante. Allí Jaufré encuentra a Melián de Montmelior, un caballero al que Tablante tortura desde hace siete años, y multitud de tiendas y pabellones con todos los caballeros que han caído prisioneros al intentar liberar a Melián. Puesto que Tablante no regresará allí hasta ocho días más tarde, Jaufré se introduce en el bosque cercano en el que, con la ayuda de un santo ermitaño, pone en fuga a un demonio conjurado por una vieja, esposa de un gigante que devastó la región —razón del lamento de las gentes de Mombrún—, y madre del leproso al que el caballero dio muerte y de un gigante que ha raptado a la hija de Augier d’Eixart. Tras derrotar al gigante y liberar a la doncella, Jaufré acude a su cita con Tablante y sale victorioso. De regreso a Mombrún, el reencuentro sentimental de los dos enamorados se resuelve en una boda que se decide celebrar en la corte de Arturo. Camino de ella, Jaufré tiene aún ocasión, inducido por el hada de Gibel (o de Montgibel, Morgana), de salvar una mágica región subacuática de la devastación a la que le somete Felón d’Albarúa. En agradecimiento, el hada dota a Jaufré y a Brunisén de virtudes mágicas. La boda se celebra con la mayor solemnidad y fastos, habiendo convocado Arturo con tal motivo una corte y un torneo. Generalmente se admite que Jaufré, hijo de Dovón y Giflete, hijo de Don, son el mismo personaje.