Lanzarote del Lago

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Carlos Alvar
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Descendiente de Nascién y de Flegentine. Su abuelo se llamaba también Lanzarote, y estaba casado con la hija de la reina de Irlanda. Es hijo del rey Ban de Benoic y de Elena, la reina del Gran Sufrimiento. Tiene un hermanastro, Héctor de Mares, hijo de Ban y de la hija (o sobrina) del Señor de los Pantanos. Su padre era hermano de Boores de Gaunes, por lo que Lanzarote será primo hermano de Boores el Desterrado y de Lionel, y entre sus primos se encuentran también Blanor y Blioberís.

Descendiente de Nascién y de Flegentine. Su abuelo se llamaba también Lanzarote, y estaba casado con la hija de la reina de Irlanda. Es hijo del rey Ban de Benoic y de Elena, la reina del Gran Sufrimiento. Tiene un hermanastro, Héctor de Mares, hijo de Ban y de la hija (o sobrina) del Señor de los Pantanos. Su padre era hermano de Boores de Gaunes, por lo que Lanzarote será primo hermano de Boores el Desterrado y de Lionel, y entre sus primos se encuentran también Blanor y Blioberís. Lanzarote tendrá un hijo con la hija del rey Pelés, debido al engaño del que es objeto; el niño se llamará Galaz, y será el Caballero Escogido para llevar a buen término las aventuras del Santo Grial. El nombre de pila de Lanzarote era Galaz, en recuerdo del hermano de Josefés, pero en honor de su abuelo, todos lo llamaban Lanzarote. Algunos textos intentan establecer una relación de parentesco entre Lanzarote del Lago y el bíblico rey David, ascendiente de la Virgen María, dando lugar de este modo a un claro paralelismo entre la figura de Jesús y la de Galaz, el Caballero Escogido. Las aventuras de Lanzarote en la literatura son muy abundantes; en algunos casos, se limitan a ser simples episodios inconexos, reelaboraciones libres de textos no siempre conocidos; en otros casos, los autores han desarrollado el material que les suministraba la Vulgata artúrica, la versión más extensa de la historia de Lanzarote, del Grial y de la muerte del rey Arturo. Por esta razón, nos centraremos en este último grupo de textos para seguir el hilo conductor de los hechos ficticios. El día de la destrucción de Benoic y de la muerte de su padre, Lanzarote, niño de pañales aún, fue raptado por la Dama del Lago, que lo mantuvo a su lado y lo crió hasta que alcanzó la edad de dieciocho años, en que lo llevó a la corte del rey Arturo para que éste lo armara caballero. La investidura se completará algún tiempo más tarde con la espada que le envía la reina Ginebra y el escudo que le hace llegar la Dama del Lago. A pesar de su juventud, realiza abundantes proezas: a un caballero herido le quita los trozos de lanza que tiene en el cuerpo y la espada de la cabeza; derrota al guardián del Vado de la Reina; conquista el castillo de la Dolorosa Guardia, donde vence a Brandín de las Islas y pone fin a los encantamientos del lugar; en el cementerio del castillo levanta una lápida y se entera de su propio nombre, que figura escrito allí con todas las letras; es gravemente herido al defender a un caballero, y recae debido a los golpes de Malaguín: será la dama de Nohaut quien se ocupe de su restablecimiento. Más tarde, caerá prisionero de Daguenet el Loco y, después, de la Dama de Malohaut, que se enamora de él. Logra treguas entre Galahot y el rey Arturo, consiguiendo que hagan las paces; es éste un momento de especial importancia en la vida de Lanzarote, pues marca una estrecha amistad con el impulsivo y victorioso Galahot, a la vez que Arturo le agradecerá con un profundo y duradero afecto que le haya salvado el reino. En ese momento, Lanzarote ya estaba enamorado de la reina Ginebra, aunque no se había atrevido a manifestar sus sentimientos: gracias a Galahot le dará el primer beso a la reina, iniciando una relación larga, tormentosa y de ricos frutos literarios. Los dos amigos se retirarán luego a la Isla Perdida, de donde saldrán a ayudar al rey Arturo contra los Sajones, que han invadido Escocia; sin embargo, tanto el rey como los caballeros caerán presos de la bruja Camila, señora de la Roca de los Sajones, que sólo dejará libre a Lanzarote, pues se ha vuelto loco. La libertad de este caballero tiene como resultado la derrota de los Sajones, la liberación de los prisioneros y la conquista de la Roca. Tras las hazañas realizadas, Lanzarote, Galahot y Héctor de Mares se convierten en caballeros de la Mesa Redonda. La amistad de Galahot y Lanzarote va en aumento, pero los negros presagios de una temprana muerte hacen que la relación de los dos amigos adquiera un cariz pesimista; mientras tanto, la corte se estremece con las noticias de que Ginebra suplantó a la verdadera reina la noche de bodas: Arturo marcha con la Falsa Ginebra, y Lanzarote rescata a su dama, llevándola con Galahot a Sorelois, donde viven un breve pero intenso amor. Las hazañas y los éxitos de Lanzarote se suceden con rapidez vertiginosa: libera a Drián el Alegre de la caja de madera en la que estaba metido, concluye con las aventuras de Escalón el Tenebroso, triunfa en el Valle sin Retorno, es secuestrado por Morgana, derrota a Caradoc de la Dolorosa Torre... La separación de su amigo y un malentendido, que hace creer que Lanzarote se ha suicidado, lleva a Galahot a morir de pena. Lanzarote, mientras tanto, desconoce lo ocurrido, y tardará mucho tiempo en saber la muerte de su amigo. La noticia de que la reina ha sido raptada por Meleagant abre una nueva serie de aventuras: al ir en su búsqueda, Lanzarote tiene que subir a una carreta, símbolo de ignominia; luego, conseguirá el peine de la reina, en el que un cabello rubio le recuerda vivamente a la amada. En su búsqueda, levanta la lápida de su antepasado Galaad, pero no consigue apagar el fuego que consume a Symeu, padre de Moisés, en su propia tumba. Por fin, Lanzarote llega al reino de Baudemagus, atraviesa el Puente de la Espada y se enfrenta con Meleagant: en varias ocasiones se interrumpe el combate entre ambos; siempre, mediante una traición, Meleagant acaba apresando a Lanzarote y, siempre, alguna dama o doncella se apiada del infortunado prisionero y lo deja en libertad. Tal situación sólo se resuelve con un combate en el que Lanzarote le corta la cabeza al pérfido Meleagant; a pesar de todo, luego llegarán acusaciones de que acabó con él a traición, y tendrá que combatir en defensa de su justa actuación. En su cabalgar errante, Lanzarote se encontrará la tumba de Galahot y de este modo conocerá la muerte de su amigo, cuyo cuerpo hace llevar a la Dolorosa Guardia para que reciba los honores propios y para que sea enterrado ricamente. Un nuevo malentendido hace que la reina crea que Lanzarote ha muerto, e incluso piensa que era la cabeza de éste la que llevaba un caballero colgando del arzón de su silla en la Fuente de las Hadas; esta noticia altera a todos los caballeros de la corte, que se ponen en marcha de inmediato, con el propósito de conseguir más datos sobre el modo en que murió, pero el tiempo pasa sin que nadie consiga averiguar nada, por lo que cada vez se considera más cierta la muerte de Lanzarote, pero éste envía una mensajera a la reina, tranquilizándola. Mientras tanto, Lanzarote bebe agua envenenada y está a punto de morir, pero la sabia intervención de una doncella enamorada de él, lo salva. Tras otras aventuras, llega a Corbenic, donde contempla el cortejo del Santo Grial, y la misma noche, en el Castillo de la Caja, engendra a Galaz en la hija del rey Pelés: debido a un bebedizo que le había suministrado Brisane creía estar con la reina Ginebra, y sólo se dará cuenta de su equivocación el día siguiente por la mañana, cuando haya pasado el efecto de la pócima. Luego, continúa su marcha; se entera de que Héctor es su hermanastro; llega al Bosque Perdido y queda atrapado en un baile mágico, fruto de las habilidades nigrománticas de un clérigo del séquito del rey Ban de Benoic; en el mismo lugar, consigue vencer a un ajedrez de piezas autómatas, que juega sin que nadie lo tenga que tocar. Apenas ha salido del Bosque, cuando cae prisionero del sobrino del duque Kalés, que lo arroja a un pozo lleno de culebras del que sólo podrá salir gracias a la ayuda de una doncella, aunque el veneno que tiene en las piernas le impide cualquier movimiento, incluso a caballo; curado por la hermana de su salvadora, Lanzarote logra, por fin, encontrarse con la reina en Camelot, con motivo de un torneo en el que resulta vencedor. El afecto que el rey siente por él sigue creciendo, con el consiguiente odio de la mayoría de los caballeros de la corte, que se consideran menospreciados o humillados. A pesar de todo, los éxitos de Lanzarote continúan: da muerte a Tericán y libera a los numerosos caballeros que tenía prisioneros, mata a dos gigantes..., pero también continúan los infortunios, pues cae en manos de Morgana, que lo encierra en una habitación: el único entretenimiento que tiene el caballero es pintar las paredes con la historia de su amor. Logra huir de la prisión, defiende a su primo Lionel frente a Marabrón, se enfrenta al caballero de la Colina Prohibida, que no es otro que Boores el Desterrado, y esa misma noche sueña con su abuelo, que le sugiere que vaya al Bosque Peligroso; al llegar a este lugar, encuentra cerca de una fuente una tumba protegida por dos leones: el agua de la fuente hierve sin cesar, y dentro hay una cabeza de hombre separada de su cuerpo, que está enterrado en la tumba; es la cabeza de su abuelo Lanzarote, decapitado mientras bebía agua, por celos de un primo suyo que lo creía amante de su mujer. Lanzarote levanta la lápida de la tumba, de la que no cesa de gotear sangre fresca, y con la ayuda de un ermitaño entierra a su abuelo. Sin embargo, el agua de la fuente sigue hirviendo: este fracaso se debe a que Lanzarote está encendido de lujuria y será Galaz el que dé fin a esta aventura. De nuevo en marcha, Lanzarote se encuentra con un ciervo blanco escoltado por seis leones, y poco después Sarraz de Logres le comunica el nacimiento de su hijo Galaz; derrotan a Belyás el Negro en la Fuente de los Dos Sicomoros, y prosiguen su camino acompañados por Mordret. Lanzarote le arranca a un caballero la flecha que le atravesaba el muslo desde hacía mucho tiempo, cosa que sólo el mejor de todos los caballeros podría hacer; y continúan sus hazañas, participa en torneos, mata a caballeros bravos y crueles... Por equivocación se viste las armas de Keu, el senescal, dando lugar a varios errores, y luego se entera del nacimiento de Elyam, hijo de Boores y de la hija del rey Brangoire. Comienza una nueva guerra contra Claudás, que en esta ocasión recibe el apoyo de los romanos: Lanzarote, que en un principio se había mantenido en la reserva, al lado del rey Arturo, pasa a Gaula para prestar su ayuda, y sus hombres triunfan. De regreso a la corte, en Camelot, se presenta la hija del rey Pelés con Galaz; Lanzarote es víctima de un nuevo engaño de Brisane, y vuelve a acostarse con la hija de Pelés; la reina, que esperaba a Lanzarote, se da cuenta de que éste está con otra mujer, y lo expulsa de su presencia para siempre. Lanzarote se marcha, va errante por bosques y campos, y enloquece al fin por el dolor y la distancia; en su vagar, llega a Corbenic, donde la hija del rey Pelés lo reconoce y lo llevan a curar al Palacio de las Aventuras, y allí el Grial surte una vez más efectos taumatúrgicos; pero Lanzarote no quiere saber nada del mundo de la corte, pues la reina Ginebra lo ha alejado para siempre; busca un refugio seguro, al margen de los caballeros, y se retira a él —es la Isla de la Alegría— con la hija del rey Pelés y un séquito de veinte doncellas. A pesar de sus esfuerzos, es descubierto por Perceval y Héctor, que durante mucho tiempo han estado buscándolo para decirle que la reina se había arrepentido en su cólera y que deseaba verlo de nuevo... Mientras tanto, Galaz ya ha cumplido quince años y está en edad de ser armado caballero. A partir de este momento, en que empieza la búsqueda del Santo Grial, la historia de Lanzarote se convierte en un paulatino declive, con algunos triunfos de escasa importancia y con sonados fracasos: las aventuras ya no le están reservadas, sino que es su hijo Galaz, caballero novel, el escogido para llevar a cabo los hechos maravillosos de Bretaña: así ocurre con la Espada del Escalón, o en el Castillo de Corbenic con la contemplación mística del Santo Grial, que Lanzarote sólo puede realizar de forma breve, a distancia, y con graves consecuencias, pues queda amortecido durante veinticuatro días. De regreso a la corte, Lanzarote vuelve a su pasión con la reina Ginebra, de tal forma que los dos son descubiertos por Agravaín, que los acusa de adulterio ante el mismo rey Arturo, que a pesar de todo no cree las palabras de su sobrino, aunque la sospecha empieza a asentarse en su corazón. Mientras, la vida de la corte continúa con sus muestras y torneos; para poder acudir de incógnito a un encuentro en Wincestre (Winchester), Lanzarote se alberga en Escalot en casa de un vasallo, cuya hija se enamora del caballero, que como testimonio de afecto acepta llevar una manga suya en el torneo, dando lugar en la corte a confusiones, que se ven sustentadas por la larga ausencia de Lanzarote: la reina Ginebra cree que su amigo se ha enamorado de la doncella de Escalot y que por eso no regresa. La realidad es otra: Lanzarote se encuentra malherido como consecuencia del torneo, y no corresponde a los sentimientos de la doncella, que acaba muriendo de amor. Al regreso de otro torneo que había tenido lugar en Taneborc, Arturo llega al castillo de Morgana en el Bosque Perdido, donde Lanzarote estuvo preso dos inviernos y un verano, y en el que pintó las paredes de la habitación con la historia de sus amores con la reina Ginebra. Morgana aprovecha la visita de su hermano para enseñarle las pinturas, deseosa de causar el mayor daño a la reina, a la que odia desde antiguo. A Arturo ya no le quedan dudas de su deshonra, que jura vengar en cuanto se presente la ocasión. A partir de este momento, los acontecimientos se precipitan: Ginebra, que había alejado de su lado a Lanzarote una vez más por celos de la doncella de Escalot, es acusada de haber causado la muerte a Gaherís de Karaheu, hermano de Mador de la Puerta (vid.), con una fruta envenenada; sólo Lanzarote se atreve a defender la inocencia de Ginebra, que mientras tanto se ha enterado de la verdad sobre la relación de la doncella de Escalot y Lanzarote, y que siente profundos remordimientos por la dureza con que ha tratado a su amigo. Tras la victoria contra Mador, el amor de la pareja se hace más apasionado, a la vez que descuidan las precauciones para no ser descubiertos: de nuevo, Agravaín los acusa y los sorprende en la cama, aunque Lanzarote logra escapar, pero la reina es condenada a morir en la hoguera por su manifiesto adulterio. Lanzarote y una treintena de sus amigos y familiares más cercanos salvarán la vida de la reina cuando ya el fuego está cerca de su cuerpo; en la escaramuza se enfrentan con Agravaín, Guerrehet, Gueheriet y unos cuarenta hombres más del rey Arturo: los tres hermanos de Galván mueren en el combate. Estas muertes son el origen del odio del linaje de Galván a la familia de Lanzarote. Por su parte, los hombres de Lanzarote consiguen rescatar a la reina y se refugian con ella en el Castillo de la Alegre Guardia, donde serán asediados por las tropas del rey. En los combates posteriores, Boores, Galván y otros muchos caballeros resultarán gravemente heridos; sólo se restablecerá la paz con la devolución de la reina por parte de Lanzarote, que abandona a continuación el reino de Logres y se marcha a Gaunes. Sin embargo, Arturo, mal aconsejado por el odio de Galván, decide ir contra Lanzarote: deja a Ginebra y a todo su reino bajo la custodia de Mordret, y embarca con sus hombres para ir a Gaunes. Los combates ante la ciudad son encarnizados y de nada sirve el asedio. Galván, cegado por el odio, desafía a Lanzarote en combate singular, y es vencido, a pesar de que sus fuerzas crecían con el sol; el sobrino del rey Arturo queda malherido, a punto de morir, por lo que el rey decide emprender la retirada. Nunca más volverán a ver a Lanzarote: tras derrotar a los romanos, que habían invadido Gaula, Arturo se entera de que su sobrino Mordret le había traicionado usurpando el trono e intentando hacer de Ginebra su mujer. La terrible batalla de Salesbieres acabará con casi todos los caballeros de la corte. Lanzarote, que seguía en Gaunes, recibe la noticia de la muerte del rey y de que los dos hijos de Mordret se habían repartido el reino, y pasa de nuevo a Gran Bretaña, donde tiene un breve encuentro con Ginebra, que se ha refugiado en un monasterio para acabar allí sus días. Lanzarote se enfrenta en Wincestre con los hijos de Mordret, les da muerte y, finalmente, se retira a una ermita a hacer penitencia, junto con su pariente Blioberís y su hermanastro Héctor. Muere como ermitaño, y según un sueño del arzobispo de Canterbury, su alma fue al cielo. El cuerpo de Lanzarote recibió sepultura en el Castillo de la Alegre Guardia, en la misma tumba en la que yacía su amigo Galahot. El rey Marco destruirá el sepulcro y quemará los restos de los dos amigos. En general, los textos medievales han transmitido una imagen de Lanzarote del Lago que procede del Chevalier de la Charrette, de Chrétien de Troyes (h. 1160): es el amante perfecto y el mejor de los caballeros; su relación con la reina Ginebra constituye, pues, un elemento esencial en el mundo artúrico y dentro de las concepciones propias de la literatura cortés; sólo el Lanzelet de Ulrich von Zatzikhoven (h. 1194-1204) se sustrae a esa tendencia. Con el paso del tiempo y la desaparición de los valores corteses, la figura de Lanzarote adquirirá unos matices más sombríos, en los que ocupará un lugar prominente el remordimiento que siente por la traición e infidelidad contra su rey y su amigo: la imposibilidad de evitar la pasión por Ginebra da al Lanzarote tardío unos tintes dramáticos, que ya se anunciaban en la Mort Artu.
passim. 
Genero
Masculino
Textos
passim.