Merlín

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Carlos Alvar
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El Merlín artúrico, mago y profeta, es una invención literaria estrenada por Geoffrey de Monmouth en su Historia Regum Britanniae (c. 1135) y sobre la que volvió hacia 1150 en la Vita Merlini.

El Merlín artúrico, mago y profeta, es una invención literaria estrenada por Geoffrey de Monmouth en su Historia Regum Britanniae (c. 1135) y sobre la que volvió hacia 1150 en la Vita Merlini. Los trazos básicos de la biografía del personaje, que tan alto papel está llamado a tener en la epopeya bretona, se encuentra ya, con escasas variaciones, en ese primer texto historiográfico: Merlín nace en Camarthen, engendrado nocturnamente por un íncubo (un ekupede, un ángel caído por su lujuria, llamado Aquibez) en la hija, célibe, del rey de Demecia, al sur del País de Gales (la hija de un caballero pobre de la marca de Escocia y de Irlanda). Aún niño, es llevado a la corte, ya que unos magos (o unos clérigos) han advertido a Vortiger, que ha usurpado el trono con la ayuda de los Sajones, que sólo conseguirá terminar la torre defensiva cuya construcción se desmorona periódicamente si se mezcla la argamasa con la sangre de un niño sin padre. Merlín humilla a los magos señalando que los derrumbes de la torre se deben a que bajo ella existe un lago subterráneo donde combaten dos dragones. El joven Merlín profetiza luego la caída de Vortiger (el dragón blanco), el retorno de Uterpandragón (el dragón rojo), el reino de Arturo (simbolizado por un jabalí) y la historia futura de los bretones. Más adelante, Merlín, convertido en consejero del rey legítimo, interviene en la concepción de Arturo al ayudar a Uterpandragón a satisfacer su deseo de yacer con Ygerne, esposa del Duque de Cornualles, haciéndole tomar por encantamiento la figura del duque, unión de la que nace Arturo. Geoffrey de Monmouth compuso muy probablemente el personaje de Merlín (Merlinus Ambrosius) a partir de dos tradiciones originadas en el siglo VI. La primera, transmitida por la historiografía bretona en latín, remite a un personaje llamado Ambrosius, a veces caudillo militar, otras simplemente dotado de videncia (episodio de la torre de Guortigirn (Vortiger) y los dos dragones de la Historia Britonum). Por otro lado, Geoffrey debió aprovechar la figura de Myrddin, bardo o druida al que el folclore galés atribuía una existencia extravagante y enajenada en el bosque y al que se imputaba la autoría de varios poemas apócrifos de contenidos mánticos o proféticos. El nombre de Merlín parece provenir de la adaptación del topónimo de su localidad natal (Camarthen, en galés Caermyrddin «ciudad de Myrddin»), de donde el latín obtendría Merlinus sustituyendo con una l la d original para evitar la cacofónica voz Merdinus. Es Robert de Boron, sin embargo, quien inserta el personaje en el gran ciclo narrativo artúrico del Grial concediéndole un papel de primer orden y una nueva y densa significación. El fragmento inicial conservado de su Merlin en verso y las prosificaciones supuestamente más fieles de esa obra y del Perceval perdido muestran cómo la historia de Merlín participa del proceso de profunda cristianización que se opera en la materia artúrica a fines del siglo XII. La Trinidad y la Redención, los dos grandes temas de la trilogía de Boron, se vinculan señaladamente al personaje, que se hace crucial. Así, su singular nacimiento aparece ahora como el resultado de una maligna confabulación diabólica para engendrar al Anticristo en una familia pía, pero la intervención de Blaise, el confesor de la joven encinta, da al traste con la pretensión del demonio. Merlín, pues, recibe el don de conocer el pasado (por su condición diabólica) pero también la gracia divina de la visión del futuro (con lo que no contaban las fuerzas satánicas). Bautizado con el nombre de su abuelo materno, Merlín, con dieciocho meses, defiende en público a su madre, perseguida como prostituta por su insólita maternidad, y humilla al juez que pretende condenarla acusándolo de ser hijo de un sacerdote y profetizando la muerte de éste ahogado, todo lo cual resulta cierto. Refugiado periódicamente en el bosque de Brocelianda, donde vive sus amores con Viviana (a la que instruye en las artes mágicas), Merlín empieza a intervenir decisivamente en la corte: instituye la Mesa Redonda para formar una nueva caballería cristiana, profetiza los misterios del Grial (con sus tres mesas y sus tres elegidos), su propio destino (la discípula aventajada utilizará sus artes mágicas contra él encerrándolo para siempre en una cárcel de aire) y los hechos del reinado de Arturo, revelaciones que anota su fiel Blaise (o Helie). Para Robert de Boron, Merlín es, sobre todo, el profeta de la suprema aventura, el responsable histórico de la nueva caballería, cuyos hilos maneja desde la profecía. Su condición de mago se subordina a la de profeta, emana de ésta, de la que es sólo un medio para su ejercicio benéfico. La versión de la Historia de Merlín de la Vulgata, la de la Post-Vulgata y el opus magnum tristaniano no difieren en demasía de esa caracterización del personaje, aunque la sólida concepción de conjunto de la trilogía boroniana se diluye un tanto en unas novelas más atentas al color episódico (con nuevas aventuras y sucesos). De ahí que Merlín, pese a seguir profetizando a menudo, no lo haga sobre cuestiones tan de fondo y trascendentes como antes: su figura es ahora la de un profeta de la guerra: la revuelta de los reyes rebeldes y la invasión de los sajones constituyen el núcleo central de la historia de Merlín tanto en la Vulgata como en la Post-Vulgata, un verdadero consejero político que interviene en el diseño de las estrategias militares de Arturo. A esta trivialización o mecanización de la actividad profética corre pareja una acentuación de la vertiente mágica del personaje (de la que se hacen especial eco las obras más tardías del género artúrico, bien en prosa bien en verso). La magia de Merlín, ocasional en Robert de Boron y en el Lancelot, más frecuente luego, suele mostrarse en unos lugares especiales: así el Mojón de Merlín (véase s. v.); la cama de Merlín, donde quien se acuesta enloquece; la torre de Merlín, dentro de la cual se dan las mayores maravillas del mundo excepto las del Grial; el Monte Doloroso y su pilar mágico (véase s. v.); la Isla Giratoria (véase s. v.); o la enigmática Muda de Merlín (véase s. v.). Uno de los grandes prodigios de Merlín es haber erigido un monumento circular [Stonehenge] junto a la llanura de Salesbieres trayendo por encanto sus enormes piedras desde Irlanda. En otras ocasiones, Merlín aparece no sólo como personaje capaz de cambiar de aspecto físico, sino también de descubrir con sus artes adivinantes cuantos engaños hay encerrados en el mundo que le rodea: así, el verdadero padre de un niño que va a ser enterrado, el adulterio de la reina o sexo auténtico de un caballero disfrazado. Por otra parte, Merlín escapa a la tipología del mago siniestro y maligno. Su figura, como observa P. Zumthor, incurre en este sentido en la del sabio. Es generalmente bondadoso y simpático, y son varios los personajes que han aprendido las artes mágicas de él: Viviana, Morgana, Guinebaut, Mabón, y, probablemente, la Dama del Lago. Se observa que la mayoría de sus discípulos son mujeres, lo que nos remite a otra imagen característica: la de Merlín enamorado. Como en el caso del Virgilio popular de la Edad Media, la figura del sabio nigromante engañado por una mujer que solicita sus conocimientos ocultos ofreciendo su amor casa a la perfección con el Merlín que se enamora de Viviana. Tras sacarle arteramente todo su saber y dominarlo como un pelele, la espabilada bruja novata termina encerrando al maestro burlado en una jaula, cueva o habitación mágica. Aunque el final de Merlín suele ser ese encierro sin resolución (desde allí habla a Baudemagus y a Galván), sólo se menciona su dudosa escapatoria en un par de textos, también aparece en alguna ocasión retirándose, después del desastre de Salesbieres, a profetizar hasta el fin de los tiempos en su «Muda». Sintiendo cerca su fin, Merlín lanza un grito espantoso, que resuena por doquier y atestigua la desaparición del mago. Se alude a un sepulcro de Merlín junto a la capilla de Tintagel del que su cadáver habría desaparecido por obra de Dios o del Demonio. Merlín es el padre de la Doncella del Gran Alto del Monte Doloroso. Habita durante muchos años en Noquetran.
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Genero
Masculino
Textos
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